jueves, 17 de marzo de 2011

Descubriendo y dejándose conquistar por Pampa Cangallo (Renzo Maldonado)


La aventura se inició cuando un amigo cercano me comentó su experiencia en la misión a Cangallo 2010. Existía la emoción del viaje, pero no lograba sentir, lo mismo que él al contarme con tanta pasión lo que había vivido. La invitación se dio para diciembre pero por motivos de agenda no se concretó hasta finales de febrero. Las reuniones de preparación y organización no mostraban la verdadera dimensión de la situación que íbamos a enfrentar, a pesar de las ganas y optimismo que le poníamos semana a semana mientras más compañeros se animaban a emprender este viaje.
A pesar de que ya conocía un poco la zona y sabía que era un pueblito de paso hacia su provincia capital, no imaginaba la situación escolar con la que me iba a encontrar. No deseo ser sensacionalista porque también llegué a conocer niños muy instruidos y curiosos, pero es triste saber que todavía hay provincias en el Perú donde los niños a pesar de tener la oportunidad de estudiar no lo hacen, porque para sus padres o tutores es más beneficioso hacerlos trabajar en el campo.
Nos embarcamos 8 compañeros en un bus con destino hacia Huamanga (Ayacucho), recorriendo 562 km. y pasando las punas de Taccrapunta y Apacheta. Luego tomamos un colectivo para trepar el cerro Toccto y asomarnos a las sábanas verdes de Pampa Cangallo, casi a 100 km, con una carretera muy poco envidiable. La travesía fue larga acompañada de lluvias y truenos que para varios eran experiencias nuevas.
El trabajo empezó a la mañana siguiente con una afluencia aproximada de 50 a 60 niños de diferentes edades. El trabajo fue repartido en tres grupos, tratando de homogenizar y graduar sus conocimientos e inquietudes. Me tocó dirigir el grupo mayor junto a un gran compañero, Frank Salva. Pasaron los días y se fueron sintiendo dificultades y obstáculos desde aprender a convivir con 7 personas desconocidas, afrontar el frío y las lluvias puntuales, desconocer que el único proveedor de alimentos era una feria que se realiza todos los miércoles hasta organizar el trabajo con los niños porque no todos estaban con la misma formación. Tal es el caso de Miriam, niña de 11 años (lado izquierdo en la foto), que mientras se intentaba leer y discutir un texto, sólo lloraba y se escondía bajo el papel para disimular que no sabía leer ni escribir por estar obligada a trabajar en el campo y cuidar a sus vaquitas. No se pudo lograr enseñarle por completo, pero intentamos dejarle la curiosidad y hacerle entender que leyendo no podrá ser engañada en la vida y hará valer sus derechos. Así, hubo otros casos que me enseñaron y humanizaron.
La experiencia fue exquisita, no sólo pude ayudar a niños que querían aprender sino conocí gente maravillosa; logrando encontrar muy buenos amigos, que entre risas, chacota y seriedad, reconocí que todos fuimos con el propósito de enseñar y dejar que nos enseñen. El viaje dejó huellas indelebles en mi vida, que estoy seguro van a afianzar mi crecimiento como persona y profesional. Si tuviera la oportunidad de regresar el próximo año: ¡¡lo volvería a hacer!!
Renzo Maldonado Oré (2008112967)

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